¿Qué Es La Adoración? P.1

David Butt

Para los que desean obedecerle y complacerle a Dios, la adoración sea quizás primeramente un mandamiento. Dios nos dice que Le debemos adorar. Salmo 96:9 es uno de cientos de versos que nos dan el mandamiento de adorar. «Póstrense ante el Señor en la majestad de Su santuario; ¡tiemblen delante de Él toda la tierra! Repetidas veces se da el mandato de adorarle a Dios. Estos mandatos no se hacen porque Dios tiene problema con el control de Su egoísmo. ¡Por supuesto que no! Es un mandamiento muy lógico que viene del Creador a Su creación, ayudándonos a comprender cual es nuestro lugar, nuestra posición en Su plan. La adoración nos ayuda a reconocer el dominio de Dios en nuestras vidas y nos pone a nosotros en nuestro lugar apropiado delante de nuestro Creador. «Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor» (Salmo 95:6).

La adoración es últimamente entonces, más que un mandamiento…es una respuesta a un Dios santo. Es un joven Isaías viendo a Dios revelado en el Templo y sintiendo tanto temor reverente en Su presencia. Es un pueblo de Israel viendo a Dios liquidar los ejércitos de Faraón en el Mar Rojo y adorándole a Él con canto y baile. Es un Apóstol Juan viendo a Jesús en Patmos cayéndose a Sus pies como muerto.

Cuando entremos en la presencia de Dios para adorarle, debe haber una respuesta de parte nuestra hacia Él. De otro modo es que simplemente estamos haciendo las mociones insignificantes que imitan la adoración. Unos llorarán y otros reirán; unos se arrodillarán mientras otros se quedarán de pie; unos cantarán en voz alta mientras otros murmuran sus canciones de alabanza. No obstante, SIEMPRE hay una respuesta a la percibida Presencia de Dios.

Ahora, aquí es importante entender que la adoración es también un estilo de vida. No es simplemente cuestión de un servicio de adoración, aunque eso sí es importante. Pablo nos indica eso en Romanos 12:1, cuando dice, «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.» La adoración no es solamente lo que pasa cuando se reúne una congregación de la iglesia. Es lo que pasa cada día de esta vida terrenal cuando nos ofrecemos al Señor. La adoración más poderosa ocurre cuando una congregación de creyentes que han estado adorando al Señor individualmente cada día de la semana se reúne.

Como Adorar
La enseñanza más bíblica en cuanto a cómo adorarle a Dios nos llega directamente de la boca del Señor cuando discute la manera conveniente y propia de adorar con la mujer samaritana en el pozo de Jacobo. Respondiendo a sus preguntas acerca del lugar propio para adorar, Jesús le dice que no se trata del lugar sino del corazón. Él dice en Juan 4:24 «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.»
La primera característica ordenada por el cielo de la adoración es que tiene que ser hecha en el espíritu. Es dentro del reino del espíritu que adoramos. Nunca puede ser un asunto simplemente de las emociones, o de la voluntad. La oración nos llega a tocar al nivel del espíritu. Eso quiere decir que la adoración debe moverse más lejos de las cosas que hacemos al superficie. Los actos de adoración vienen a formar una conexión entre el Espíritu de Dios y nuestro propio espíritu. Ese tipo de conexión se menciona en Romanos 8:16. «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.»
En el acto de adoración debemos permitir que el Espíritu de Dios toque el espíritu nuestro. Porque Dios es espíritu y los que Le adoran tienen que adorarle en espíritu y en verdad. Actos de adoración como canciones, alabanzas, oraciones, etc., se deben ver como vehículos que nos llevan a Su presencia para que Él pueda cumplir Su voluntad en nosotros.

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